Cuadernos abril 2016: Crónicas de la Ascensión
Crónicas de los Melquisedec: Masculino Sagrado
MEVLANA RÛMÎ - Invitación al Baile
Soy Mevlana, y vengo a hablarte a ti,
únicamente a ti. Y cuando hablo, sólo puedo cantar el Silencio de la danza, el
Silencio de la Eternidad. Entonces escúchame, a fin de que te escuches, y
recíbeme como yo te recibo.
Vengo a invitarte a la Paz y a la
Alegría. Vengo a invitarte a bailar conmigo, en el corazón de la Eternidad, en
el Corazón del Amor. Entonces escúchame y te escucharas. Escucha lo que tengo
que entregarte. Sólo puedo cantar la Vida y cantar el Amor. Sólo puedo bailar
lo Verdadero, y te invito también a la Danza del Silencio. Te invito a la
verdadera Vida, la que siempre crece en la Eternidad, y que nunca se mueve. Te
invito a lo Verdadero y a lo Bello. Te invito a abrirte, como me abro a
ti.
Vengo a sacar a bailar a tu Corazón, en
la dicha de la Verdad. Vengo a exultar en ti el grito del Amor infinito que da
ritmo a la Vida en cualquier espacio y lugar, más allá de todo espacio y de
todo lugar.
Vengo a cantar en tu Corazón la promesa
del elegido. Vengo a cantar en ti la melodía del Amor que nunca se termina.
Vengo a invitarte, con el fin de que invites a cada uno a escucharte, en tus
palabras, en tus miradas, en tus silencios, en tu Presencia como en tu
Ausencia. Sólo el Amor mora en tu Morada de Eternidad y de Dicha.
Vengo a voltear contigo, más allá de la
ronda de las palabras y de los cuerpos, en la ronda de la Eternidad, de la Vida
resucitada y constantemente renovada, lo que eres.
Te invito a la ebriedad del olvido, del
olvido de la persona limitada. Te invito a la ebriedad de las alturas y de las
profundidades del Amor, de lo más hondo a lo más elevado, recorriendo los
mundos, recorriendo la Vida, dejándote recorrer por la Onda de Vida, dejándote
grabar con letras de fuego la palabra Amor que baila alrededor del hogar del
Fuego de tu Ser.
Sí, me dirijo a ti, exclusivamente,
porque en ti está el mundo y la totalidad de las demás personas, pero te escogí
a ti, para bailar contigo y en ti. Tú, tú, y solamente tú, comprendiendo a cada
uno, conteniendo los mundos, en la exuberancia de la Vida, en la dicha del
Amor.
Vengo a invitarte a la sencillez y a la
ligereza del Ser. Vengo a invitarte a quemar lo que consideras ser unas cargas.
Vengo a mostrarte a ti mismo, en el espacio donde no hay nada que demostrar
porque todo es evidencia y todo es Danza.
Escucha y entiende, mi hermano, mi
amigo, mi esposo, mi esposa, mi padre, mi niño, cualquiera que sea la palabra
que quieras poner. Olvida las palabras y deja obrar los Talleres de la Creación
en tu Templo sagrado de la Resurrección. Estas invitado y convidado a las bodas
últimas de la Resurrección. Entonces libérate de las cadenas, supuestas o
imaginadas, y que sin embargo tuvieron a veces, tal peso que obstruían tu
conciencia. Olvida todo esto, porque esto sólo pasa, y lo sabes.
Escucha y acoge lo que vengo a decirte.
Eres el viento y eres el Aire, eres la Tierra y eres el Agua, y eres el Éter.
Vengo a llamarte a la consumación de lo
efímero, vengo a llamarte a la Resurrección de la Vida. Vengo a bailar en tu
corazón. Me dirijo a ti, que eres yo, y que eres cada uno.
Vengo a iluminar tu vestidura, la que
será lavada en la sangre de la Pureza. Vengo a voltear contigo la ronda de la
Vida que engloba toda vida. Vengo a envolver tu conciencia con las guirnaldas
del Amor, de las Estrellas de la Paz, y de las Puertas de Eternidad.
Escúchame. Hay tú, hay yo, y hay cada
uno. En la soledad como en la plenitud, baila la Vida conmigo en el vértigo del
Amor que nada pueda derribar, que se eleva tal un canto de Gracia, desde tu
Corazón y de mi corazón. En un Corazón a Corazón, y de Corazón en Corazón, te
invito.
Ven a bailar, ven a cantar la Vida. Deja
salir lo que crece en tus límites, viniendo a crecer siempre más lejos. Deja
florecer la Rosa eterna, sus sabores y sus olores.
Vengo a quitar las espinas que todavía
puedan quedar, y que todavía puedan hacerte sufrir. No son nada más que el
testigo de la flor que nace. Escucha y siente el perfume de la Vida, el perfume
de la Danza.
Levántate y despéjate. No hay más ni
tiempo ni espacio donde dormir porque no hay nada que reposar. El Amor floreció
y la flor se abre o baila conmigo. Al son del Coro de los Ángeles, al ritmo del
Espíritu del Sol, vengo a declamarte el Amor, vengo a abrirte al canto del
Éxtasis, y saturarte de Dicha.
Estás invitado, porque ahí está tu único
lugar que también ocupa todos los demás lugares. Te invito a estar ebrio de
Amor, a fin de que todas tus referencias, tus límites y tus amores, vuelen en
pedazos bajo el efecto de las brasas del Amor.
Te invito a la Celebración y a la
Elevación.
Te invito a vivir al niño como al
anciano que se apaga. Te invito a la ronda del Amor. Y te invito sobre todo a
hacer la paz, y te doy mi paz como recibo tu paz, en el silencio de nuestro
corazón Uno.
Abracemos juntos el corazón de los que
duermen, elevemos el corazón de los que dudan. Ellos están en ti como están en
mí. Pongamos fin juntos, a todos los desafíos impuestos al Amor.
Te invito a cantar la Resurrección. Sí
tú, tú justamente que estás ahí.
Te invito a estar por todas partes. Te
invito a estar en todo templo, en toda lágrima, en todo nacimiento y en toda
muerte. Te invito al alumbramiento.
Ven a bailar. Así la Vida se baila, así
la Gracia aparece en el seno de todo tormento, mostrando la vanidad del
tormento y la vanidad del sufrimiento que no puede nada delante del Amor y de
tu sonrisa.
Te invito a reírte de lo que desaparece,
no para despreciarlo sino más bien para amarlo. Vengo a amarte.
Te invito al calor que nunca se reseca y
que al contrario suaviza y hace crecer la Luz, sin parar ni cesar jamás.
Te invito al Fuego del Amor, al Fuego de
la Danza. Ven a vivir, guarda silencio de lo que no es verdadero. No te opongas
a nada sino arropa todo con el mismo Amor, con la misma Dicha.
Te invito a finalmente reencontrarnos, a
comulgar, a fin de que ambos desaparezcamos en el Fuego del Amor, en la Paz
eterna de la Verdad.
Entonces sí, tú que estás ahí, vengo a
rendirte Gracia por tus sudores y tus lágrimas que alimentaron el Fuego del
Amor. Vengo a invitarte a olvidarte a fin de encontrarte en todas partes, y no
solamente entre el nacimiento y la muerte.
Vengo a cantar y vengo a bailar para
abrir en grande las puertas de Aquel que viene. Vengo a prevenirte con el fin
de que estés preparado, con el fin de que seas ya resucitado, no esperando el
último momento del tiempo, del tiempo de la Tierra.
Vengo a decirte que seas lo que siempre
fuiste. Vengo también a quitar las máscaras y los velos que todavía puedan
aparecerte. Te invito a arder conmigo en este fuego que baila en tu Ser.
Olvida lo que digo. Reten sólo lo Bello y
lo Verdadero que nace en ti en la Danza de tu corazón.
Vengo a recordarte, no tus obligaciones
o tus derechos, sino tu Verdad.
Baila, baila conmigo y eleva tu Fuego,
mientras que éste desciende en las profundidades más íntimas y en los rincones
de tu aislamiento a fin de que nunca más la menor creencia pueda limitarte.
La Vida es invitación. Vengo a invitarte
a la Vida, como la Vida te invita a bailar, en la inmovilidad del Silencio, en
la inmovilidad del Corazón del Corazón, en la Última Presencia donde nada puede
estar ausente y donde sin embargo te ausentas de lo que es ilusorio y de lo que
no dura.
Vengo a hablarte y vengo a hablar a tu
Corazón, porque él comprende cada una de mis palabras, cada uno de mis
silencios y cada uno de mis gestos. Vengo también a desposarte, más allá de
todo sexo y más allá de todo convenio. Vengo ser Uno contigo, como eres Uno
conmigo.
Allí donde el Amor se vive en su
totalidad y en su ligereza, vengo a saciarte con el aliento de Vida, no el que
se apaga en este mundo, sino que es más bien aquel que nunca se debilita y
jamás se apaga. Vengo a gritar al Amor, vengo a declamarlo, en ti y contigo, a
fin de que no seas más ni tú ni yo, ebrio de Amor, no sabiendo más quien
fuiste, quien eres, sino más bien siendo lo que eres.
Te llevo y te elevo en la danza donde
ningún nombre puede bastar, ahí donde eres todos los nombres, diciendo «si» a
la Vida, «si» a la Fuente, «si» a la belleza y «si» a la Eternidad.
Sí tú, ahí, despiértate, escucha el Coro
de los Ángeles que canta la alegría de la Resurrección, escucha el Espíritu del
Sol que nace en tu Sol, en el brasero de tu Corazón.
Vengo a soplar y a atizar la Dicha en
ti. Entonces bailemos, en el mismo Silencio y en la misma Alegría, la melodía
del Amor, la melodía del Fuego, la melodía de la Alegría, orquestada por la
Luz.
A ti, recuerda la Evidencia, tu
evidencia. La hora ha llegado de levantarte, llegó la hora de aparecer en tu
cuerpo inmortal, poniendo fin a todo parecer, poniendo fin al juego de la
apariencia, poniendo final al juego de la competición, porque el Amor no sabe
de competición, el Amor no conoce la lucha.
Te invito a la vida en el Amor, a fin de
que, llegado el momento, puedas bailar
con Aquel que viene, sin problemas y sin temor, en la ligereza de tu corazón
reencontrado y despierto.
Mi hermano, me veo en ti como te ves en
mí, en el mismo Corazón sagrado, en el Corazón unido de Cristo y de la Luz.
Me dirijo a ti porque si tú me escuchas,
entonces el mundo te escucha, y el mundo te ve. Porque no hay más máscaras, no
hay más velo, hay la inocencia de la Infancia y la pureza de la Luz.
Te invito ¡sí tú! te invito a estar allí
y aquí, ahora y en todo tiempo, en todo cuerpo, en toda vida y en todo mundo.
Baila conmigo, baila la Vida. Levántate, mi hermano. Acuérdate, más allá de
toda memoria, de lo que eres desde siempre. Sal del sueño y entra de lleno en
la vida Eterna. Deja el soplo del Amor llevarte en la danza de la Dicha. Deja
el aliento de mis palabras venir a atizar lo que todavía necesita de serlo.
Ahí donde bailo, sólo estás tú y yo. No
dudes más. Deja la Vida recorrerte, deja al Amor emerger y entrar. Deja libre
el flujo de la Vida.
Te invito también a no luchar más,
contra ti mismo o contra cualquiera, porque ya ganaste. Jamás podrá haber ni
pérdida, ni derrota en el Amor.
Te invito al Fuego del Corazón. Te
invito a ser tú, como a ser Él.
Te invito al perfume místico de la
Resurrección, que tal una violeta o un lis viene a hacer florecer tu rosa
Eterna. Te invito a los perfumes de la Vida.
Te invito a bailar, en el Aire y en el
Éter. Te invito sobre las aguas como en las aguas. Te invito sobre toda tierra,
proveído del Fuego del Amor que alumbra y magnifica toda vida. Entonces no
dudes, reunámonos en las esferas de la belleza, en las esferas de la Eternidad.
Porque la Gracia, la Vida y el Amor son una invitación permanente a la Danza de
la Dicha.
Vengo a decirte: «Deja lo que está
muerto morir, deja lo que está muerto desaparecer». La Gracia del Amor se ocupa
de eso, y el Fuego de la Dicha lo transmuta.
Entonces, tú que me escuchas, escucha.
No necesito más de palabras porque mi corazón habla directamente a tu corazón
en el lenguaje silencioso del Amor y en la exuberancia del Fuego del Amor.
Te doy la paz del Cristo, la paz del
Buda, la paz de los profetas. Te doy la paz del niño como la paz del anciano
que se apaga. Así te hablo de corazón a corazón, de mi centro a tu centro donde
no existen ninguna distancia ni frontera.
Entonces mi hermano, baila conmigo.
En el Amor, no puedo hacer nada más, que
cantar el Amor. En el Amor, no puedo hacer nada más que ser lo que eres. En el
Amor, no busco nada porque no hay ningún otro.
Mientras que El Último guía mis palabras, guío tus pasos de baile, que bailan tu
corazón y que bailan la Vida.
En el espacio donde el hombre y la mujer
hacen Uno, recreando así la Vida en el ternario operador de la Creación, te
invito a la Trinidad.
Te invito por supuesto a la celebración
de la Ascensión y la evidencia de tu Liberación. Tú, que eres Amor y Libertad,
canto las alabanzas de la Verdad.
¿Qué decirte más? Amor, y Amor.
Eres la Vía, la Verdad y la Vida, y
saludo en ti a un otro yo. Y saludo en ti el Cristo como saludo a Buda y a los
profetas. Saludo en ti a la Madre de la Humanidad.
Escucha, tú. Entiende el canto de Vida
que te colma en cada aliento, de los beneficios del Amor.
Te invito al éxtasis del Fuego a fin de
que arda todo lo que pueda quedar de pesado.
Tú, mi hermano, vengo a bailar en ti la
ronda de los perfumes y de las esencias de la Vida en todo mundo. Vengo en la
ebriedad de tus sentidos a liberar tu esencia y liberarte de tus sentidos. El
Amor está por todas partes, entonces no puedes ver nada que no lo sea.
Saturándote de Dicha, no hay más que Alegría.
En este espacio sagrado de tu corazón
donde no puede haber un día mejor que otro, porque cada día es mejor.
A ti, deposito mis palabras en tu
corazón. Deposito también el Silencio, así como la danza.
Tú, mi hermano de armas, que sólo tiene
como única arma la sencillez del Amor, te invito y ahora me callo en tu corazón
quedándome contigo, a fin de que entiendas el canto del Silencio.
… Silencio …
Soy Mevlana, soy un otro tú, soy el Cristo,
soy el viento. Soy todo, porque no soy nada en este mundo.
Permíteme finalmente, tú que me has escuchado
hasta aquí, de bendecirte y de santificarte en la Gracia del Único.
Aquí están mis últimos pasos de baile
que jamás se pararán, si lo quieres.
… Silencio …
Permíteme de no decirte hasta la vista,
pues me quedo de forma permanente.
Hasta una próxima vez para otras
palabras, y para otros poemas.
Me quedo en silencio ahora, en ti,
porque mis palabras y mi danza nunca se pararán.
* * *