LA GRACIA DE LA TRI-UNIDAD
MARIA – JESÚS-CRISTO – MIKAËL
Marzo 2017
MARIA
Soy María, Reina de los
cielos y de la Tierra. Amados hijos, allí donde os encontréis en la Tierra, os
aporto mi consuelo y mi Paz.
…Silencio…
En este momento de la
Tierra, vengo más a menudo a vosotros, de diferentes formas. Recordad que más
allá del nombre “María” y más allá de la historia verdadera de la Tierra, soy
ante todo vuestra Madre. Hablo sobre vuestra filiación del alma, del Espíritu,
independientemente de vuestras creencias, de vuestras negaciones o de vuestras
aceptaciones. Como Madre, me acerco ahora no solo a algunos de vosotros sino a
un número de seres cada día mayor. Ya sea durante el sueño, ya sea por los
pensamientos que os atraviesan o también a través de mi presencia real a
vuestro lado en el Canal Marial o en vuestro Corazón, yo me revelo a vosotros.
Antes incluso de mi Llamada,
ya que se me ha presentado la oportunidad de venir a traer consuelo, por mi
posición dentro de la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres y mi
proximidad a la Tierra, porque muchos de vosotros estáis abiertos a mi
presencia, a mi conciencia, a mi función -y mi función es, sobre todo, ser una
Madre. Habéis adquirido mi Manto Azul de la Gracia. Mi corazón no podrá cerrase
nunca ante ninguno de mis hijos, aunque no me hayan reconocido. Por tanto,
ahora vengo para muchos vosotros, antes incluso de mi Llamada colectiva, tanto para
llamaros si no ha sido el caso, como para haceros sentir y vivir la evidencia
de mi Presencia.
Hace pocos meses, Jesús
Cristo os pidió: “velar y orar”. Con este “velar y orar”, se trata de que os
reconozcáis como tales, más allá de vuestros sufrimientos, más allá del peso de
la carne. Yo soy la que consuela, yo soy la protectora, pero también lo que
vosotros sois en esta dimensión de dulzura y de eternidad en la que vuestro
sentido de responsabilidad os hace responsables de la Vida, no de una entidad o
de una forma, sino de vosotros como portadores de Vida de la que sois
responsables.
Me revelo a vosotros de
todas las maneras posibles; vengo a infundiros a través de mi Presencia, ese
consuelo y el bálsamo que pone fin a las últimas preguntas sobre vosotros
mismos, sobre este mundo y sobre vuestra vida, ahora cuando vuestro corazón ha
podido experimentar algún tipo de
libertad y está abierto a mi Presencia, aunque no me hayáis reconocido nunca.
…Silencio…
Estoy con vosotros, estoy en
vuestro corazón y solo pido hablaros y que os volváis exactamente lo que sois.
Me dirijo hoy, no solo a los
que me seguís o me habéis reconocido, sino también a todos aquellos que no han
tenido todavía la oportunidad, la suerte o la experiencia, de hacer este giro
hacia vosotros mismos, de mostraros más allá de toda forma, de todo lo que
hayáis podido experimentar hasta el presente, la verdad de nuestra relación y
de nuestra Libertad común.
No vengo para mí; no vengo
para vuestra persona, sino para vosotros. Es el don de la Gracia, el don del
Amor y el don de la Vida que solo puede compartirse, intercambiarse para vivir
a la vez la comunión y la esencia. Si vuestro corazón se abre a mí, aunque os
asuste u os repela, entonces, rápidamente me lanzaré en esta invitación para
revelarme en el interior de vosotros para aportaros, si es necesario, la
certeza más allá de la persona y de vuestro cerebro, de lo que sois, la certeza
de vuestro corazón, la certeza de la Eternidad.
Vengo a calmar las últimas
dudas, las últimas preguntas y también los últimos sufrimientos, como una Madre
que no juzga nunca a su hijo por lo que haya hecho, sino por su filiación que
lo ha comprometido desde su primea aparición, desde su carne. Una madre no
puede nunca traicionar; ella puede predicar ciertamente, pero el Amor es lo que
es. Está marcado e impreso en la carne y también al nivel de vuestra alma y
vuestro Espíritu. Sean las que sean vuestras creencias, vuestras adhesiones o
vuestras repulsas, eso no cambia nada. En efecto, vengo de alguna manera a
ayudaros a ver la evidencia, allí donde no hay lugar para el miedo, donde solo
el gozo y la alegría puede percibirse, allí donde lo que sois, no pueda ser
alterado en este plano de la Tierra.
…Silencio…
Aprovechad estos momentos,
estos instantes de vuestra vida, aquí en la Tierra, para pulir vuestro diamante
interior. Y solo podréis pulirlo, como sabéis, viendo la Verdad que sois y no
la vida que vivís en este mundo. Os invito a la Libertad, a la Autonomía, a la
independencia. Os invito a la Alegría por mi Presencia a vuestro lado, con
independencia de su percepción, para que no os veáis afectados por ningún
elemento que pertenezca a lo efímero. Soy también vuestra roca, lo que sois
desde el instante en que confiéis en vosotros mismos más allá de toda situación
o circunstancia de vuestro cuerpo y de vuestra vida.
Recordad que hace mucho
tiempo, he sembrado con mis hermanas, en esta tierra, la vida libre en
cualquier forma.
…Silencio…
Entonces, estad atentos
porque cuando mi Presencia se revele a vosotros, de la manera que sea, si me
tendéis los brazos -no los brazos de vuestro cuerpo sino las alas de vuestro
Espíritu-, entonces os bendeciré y os colmaré de gracias.
No necesitáis pedirme nada específico,
solo tenéis que dejar abiertas las puertas de vuestro corazón y eso estará
allí. Y os digo que también estoy entre aquellos de vosotros que no habéis
abierto ninguna puerta de momento, de forma más discreta, bien a través del
sueño, bien a través de las ideas que puedan surgiros. Estad atentos, porque
desde el momento en que un pensamiento súbito llega a vuestra conciencia
relacionado con mi nombre, de alguna manera, ya estoy ahí para consolaros, para
estabilizaros y deciros a cada uno de vosotros: “no tengas miedo, hijo mío, no
tengas miedo porque tú nunca has perdido tu libertad. Sean cuales sean las
cargas y la densidad de tu carne, sean cuales sean tus experiencias felices o
desgraciadas, en estos tiempos como en tiempos anteriores de la Tierra en otras
vidas o en otros lugares, nunca he fallado”.
Hoy, como sabéis, las circunstancias de este mundo son especiales. Vivís
el Apocalipsis, la revelación interior y exterior de todas las máscaras, de todo
lo que oculta la Verdad y llega a reducirla, pero nunca la hace desaparecer.
Entonces, hijos míos, me
dirijo a vosotros hoy, con una plegaria: abandonad lo que os cubre, volveos
hacia vosotros mismos y yo estaré allí aportándoos la ayuda necesaria e
indispensable tal y como la concebís, para haceros descubrir que ha llegado el
tiempo de no depender de nada, ni del mundo, ni de la historia ni del
sufrimiento, sobre todo. Vengo a aliviaros y ayudaros a tener una visión clara
de lo que está sucediendo en este momento, tanto en vosotros como fuera de
vosotros.
Muchos de vosotros también,
habéis sido llamados por vuestro nombre, para adelantaros la certeza y ayudaros
a caminar desde hace muchos años en las peregrinaciones que tenéis que llevar
en vuestra encarnación que se combinan con vuestra eternidad.
Independientemente de los resultados de esta combinación, estéis en paz, en el
sufrimiento o en la resistencia, no os dejéis llevar por lo que pueda deciros
lo efímero.
Manteneos en
la fe, en la conciencia, en la percepción y, sobre todo, alcanzad la confianza,
la confianza en la Eternidad que se os ha revelado de tantas y tantas formas,
por mi presencia o por otras Presencias, por los pueblos de la naturaleza
-todos los medios han sido buenos para aquellos de vosotros que estáis abiertos
a la realidad de la Eternidad. Todas las
ocasiones son buenas para acercaros a vosotros mismos, lo que ha sido
denominado el “corazón del Corazón” o si preferís, vuestro Corazón Ascensional
o Corazón glorioso que solo es el Corazón de Cristo.
Poco importa vuestra
religión; hay una sola cosa que es indispensable, es la honestidad hacia
vosotros mismos, porque siendo honestos, demostráis la eficacia de la humildad,
de la simplicidad, tan necesaria hoy en este mundo que ha perdido su confianza
y debe recuperarla, este mundo donde, como sabéis, muchos hermanos y hermanas
están despiertos, pero también, muchos otros, están todavía en la diversión, en
el dolor, en la incredulidad, en la no viviencia de la Verdad.
Vengo también a ayudaros a
soportar la Verdad para que no os juzguéis ni condenéis porque, en definitiva,
si existe cualquier juicio hacia lo que sea, hacia alguien o hacia cualquier
situación, es a vosotros mismos a quienes juzgáis. Mi Hijo, en su época de la
historia de este Tierra, os dijo y yo os vuelvo a decir hoy: “lo que hagáis al
más pequeños de mis hijos, os lo hacéis a vosotros mismos”. Entonces, ¿qué
queréis hacer a esos otros (vosotros mismos) si no es amarlos y respetarlos en
su libertad, incluso en su error?
No necesitáis señalar con el
dedo, reaccionar, oponeros, confrontaros, solo necesitáis perdonar porque, en
definitiva, a quien perdonáis es a vosotros y la persona, en ese momento, con
sus sufrimientos y sus historias, va a desaparecer ante la majestad de vuestro
Amor, la majestad de vuestro Amor de madre que va a ocuparse de los otros (en
vosotros), en todas las relaciones que podáis tener, demostrándoos a vosotros
mismos y al otro, que en vosotros existe ese corazón de madre capaz de amar a
pesar de todo. Porque este Amor no es personal, es el don de la Vida, el don de
la Gracia y el don de la Verdad.
Como sabéis, como se os ha
dicho y como podéis haber visto en la superficie de vuestro mundo, todas las
señales que os habíamos avanzado hace mucho tiempo, tanto por esta voz como por
otras voces, incluso coloreadas por la religión, hoy os piden que seáis libres,
esta libertad interior que es la Alegría, que es el reconocimiento, el Amor y
la Paz. Para eso, pensad en mí y yo estaré allí de una manera o de otra y
entonces encontraréis la claridad necesaria para quedar y permanecer en lo que
sois y no en los juegos de lo que debéis cumplir sobre la pantalla de vuestra
vida.
Pero sabéis muy bien que hay
dos formas de ver la pantalla de vuestra vida, con la propia decisión o (por
una fe total, un estado que nuestros hermanos y hermanas orientales han
denominado el Sí), por un estado receptor. Esta recepción es un servicio y acoger
al otro en todas sus dimensiones, más allá de toda apariencia, es el único
espacio de resolución que se os ofrece ahora para ser libres aquí mismo. Libre
interiormente, una libertad que ninguna satisfacción de los sentidos, ninguna
satisfacción del intelecto o de vuestras condiciones de vida, pueda
vislumbrarse; es independiente de todo eso. Eso depende únicamente de vuestro
corazón, no el que vosotros podéis controlar, no el que vosotros podéis hacer
vibrar, sino el que es independiente de vosotros, en lo efímero o en lo Eterno.
Buscad el
Reino de los Cielos que está dentro de vosotros, volveos hacia eso, sin
esfuerzo y dejad abrirse y actuar a la Gracia que viene a cubrir de Luz cada
situación que pueda heriros o afectaros y verificad hoy, por vosotros mismos,
la acción del Amor. Porque la
Luz ahora es tal que todas las primicias de la Liberación se han realizado por
la liberación del núcleo de la Tierra y la misma liberación de la Tierra; hoy,
toda la colectividad vive su apocalipsis. Esta revelación se hace a su ritmo y,
como comprobáis, de forma cada vez más intensa, algo que percibís en este mundo,
en vuestra conciencia, así como en todo lo que llamáis, vuestra vida.
…Silencio…
Tened en cuenta que el Amor
verdadero -ese Amor impersonal e incondicionado que no depende nada de vosotros
ni de otro, sino que es el marcador de vuestra Verdad reencontrada y eterna-,
solo tiene Paz, dulzura, gentileza, benevolencia, humildad, simplicidad,
felicidad interior que no depende de nada, ni de vuestra persona ni de lo que
pueda tener, si aceptáis de acuerdo con la gracia, no interpretar un personaje,
no desempeñar más ningún rol, no cumplir ninguna función y actuar como el
pájaro que confía en la divina providencia, sin pedir nada, simplemente
constatando lo que os va a suceder en vuestra vida, en vuestras relaciones de
forma tan evidente y sorprendente, desde hace poco tiempo.
Se os ha
dicho: todo lo que es necesario está en vosotros. Yo estoy también en vosotros
y cuando estéis en esta dulzura, en esta Paz y en esta tranquilidad, estad
seguros que, aunque no hayáis percibido con claridad una forma o energía o
vibración, lo que vivís es mi presencia que viene a magnificar la expresión de
vuestro Femenino Sagrado, no como una creación, sino simplemente en este Amor
maternal que sentiréis sin palabras, sin conceptos, por vuestra presencia allí
donde estéis. Y allí donde estéis, en cualquier circunstancia, será siempre el
lugar adecuado, ya lo creáis o lo rechacéis; todo eso no son más que
gesticulacioes de lo efímero que no tiene ningún peso ante la densidad de mi
Amor, la densidad de nuestro Amor -es lo mismo, no hay diferencia.
Por
supuesto, veis a veces a vuestro alrededor, ya sea en otros hijos, ya sea en la
misma Tierra, y podéis a veces confundiros por este caos, por este apocalipsis,
por esas cosas que pueden a veces estallar, pero tened en cuenta apoyándoos en
mí, que todo esto pasará y no es nada ante la Paz que podéis vivir, sea cual
sea vuestro estado, sea cual sea el estado del mundo. La Paz de mi Presencia es
la Paz de vuestra manifestación todavía en la superficie de este mundo. No
existe ninguna impaciencia, ninguna intolerancia ni nigún conflicto. Es ese
momento en que estáis plenamente presentes en el mundo, en vosotros mismos y
ausentes de toda historia y de toda persona.
La Vida, en
su Inteligencia, en su instinto de Luz, os propone exactamente lo que es
necesario, no para vuestra comodidad corporal o vuestra comodidad social,
relacional o afectiva, sino más bien para la conveniencia de lo que sois que no
ve ninguna diferencia. Aquí mismo, ahí donde estáis, en el mismo corazón del
sufrimiento que puede existir todavía en alguno de vosotros, se encuentra la
Paz. No os detengáis por el sufrimiento, no os desviéis por las
reivindicaciones de lo efímero.
Descubrir la
Paz es vivir la fe absoluta que no depende de ninguna creencia, Más allá de
esta fe, está le certeza de esta fe porque os habéis reconocido y, reconociéndoos,
me reconoceréis. ¿Y qué momento puede ser más
importante para una madre que estrechar a sus hijos entre sus brazos cuando no
los ha visto en la carne desde hace mucho tiempo?
Ciertamente, incluso
llamándoos mi carne, no es vuestra carne, pero mi forma es muy real para
vosotros. Recordad que sin dulzura ahora es casi imposible moverse en cualquier
lugar. Sin bondad, os arriegáis a sentiros solos, entonces, con bondad, aunque
os sintáis solos, os daréis cuenta que nunca habéis estado solos, que nunca
habéis sido abandonados y que únicamente vuestra mirada, vinculada a las cargas
de este mundo no ha reconocido mi presencia en vosotros.
Hoy las
cosas son diferentes. Toda la Confederación Intergaláctica de los Mundos
Libres, se mantiene ahora muy próxima a la Tierra, velando y orando con
vosotros, en espera de las señales celestes, esperando la mejor circunstancia
-es decir, la más dulce posible. Para vuestra alma y para vuestro Espíritu,
para permitiros que estéis tranquilos, en quietud, para que llegado el momento
estéis en el mismo estado, en la misma Libertad, en el mismo Amor.
Entonces el
Amor se hará estable. No funcionará únicamente en ese mundo de vuestras
desapariciones, de vuestras meditaciones o de vuestras plegarias. Vuestra vida
entera, aquí mismo, en las etapas que se desarrollan ahora, permanecerá
centrada en la Paz, sin esfuerzo. La dulzura del Femenino Sagrado no se
experimentará solamente a través de la cocreación consciente sino directamente
en vuestra carne, viniendo a magnificar la Paz y la Alegría de vuestro corazón.
Os estremeceréis, vuestras lágrimas fluirán porque esta bendición es la que
deseo realizar en vosotros si me abrís la puerta.
Os he dicho que vengo a
consolaros y, sobre todo, a estrecharos entre mis brazos. Aceptad eso si os es
posible, desde ahora. Vengo a aliviar lo que tenéis que recorrer, vengo a
aliviar vuestro cuerpo y vuestra conciencia para que lo que es efímero no pueda
ser ningún obstáculo para la Verdad y el Amor.
Entonces, si eso os parece
complicado, no dudéis en dedicarme lo que queráis: una flor, un altar, una
imagen, pero no os dejéis engañar; eso es simplemente un medio en vuestro
efímero para acercaros a mí y yo me aproximaré a vosotros. No os pido con ello,
crear rituales, recitar oraciones, sino tener un lugar en vuestra conciencia,
así como en vuestro entorno. Oh, no necesitáis consumir nada ni dedicar demasiado
tiempo, una simple imagen puede bastar. Esa imagen no es nada, pero
representará en vuestro efímero un soporte, no para lo que sois por supuesto,
pero sabéis muy bien que cuando vuestro efímero –lo que queda a nivel de los
hábitos de lo que tenéis que asumir en la superficie de este mundo-, aunque lo
rechacéis, es muy sensible a la materialidad de una imagen, de una estatua, de
una flor. Apoyaos en eso sin ningún escrúpulo, pero permaneced simples.
Desde el momento en me
hayáis dedicado una representación, sea la que sea, que para vosotros sea
importante en vuestro efímero, liberaréis vuestro Êtreté, vuestra Eternidad porque
yo estaré inmediatamente allí, aunque vosotros no me oigáis, no me veáis ni
incluso me sintáis. Os daréis cuenta que desde el momento en el que penséis en
mí, aunque no haya un soporte, que yo apareceré en vuestro corazón para
consolaros.
No necesito palabras.
Tendréis a veces la oportunidad de escucharlas, pero no serán diferentes de lo
que os digo ahora: “tú eres mi hijo y eres la carne de mi carne, como soy la
carne de tu carne”. Eso solo va en un sentido; en el Único, no hay dirección,
hay lo que es, allí donde reina la Paz eterna y donde ninguna carga puede
subsistir, donde las resistencias se funden como la nieve ante el sol, porque
el sol de vuestro corazón está encendido y nada puede estar bloqueado o
detenido.
Así que, lo que quiero decir
con ello, puede resumirse en una frase: “antes incluso de mi Llamada, desde
hoy, estoy con vosotros realmente, no en un lugar de una creencia sino en la
evidencia de vuestro corazón”. Reuníos conmigo. Reuníos vosotros mismos. No os
dejéis seducir por las interacciones de este mundo. No las rechacéis,
asumidlas, pero no os apartéis de la Paz y de la Eternidad. Este efímero, el
vuestro como el de cada uno de mis hijos, solo necesita una cosa -que se
volverá más importante que el dinero o la seguridad material o también una
casa- es el Amor y mi presencia.
Ya seáis budistas,
musulmanes, ateos, eso no representa para mí obstáculo alguno porque respeto
totalmente todo lo que pueda quedar de creencias y de falta de experiencias. No
vengo a juzgaros, no vengo a cortar, esa no es mi función; vengo a consolar
para que la Paz no esté inestable, para que la Paz se fortalezca en vuestra
Libertad interior y en vuestra eternidad.
Entonces os digo como os ha
dicho mi Hijo: estad en paz en el bullicio del mundo. El Amor llena todo, os
deis cuenta o no, sobre todo si estáis abiertos, independientemente de vuestra
voluntad personal y de vuestra historia personal. En la Paz no hay rencor ni
mirada viciada sobre cualquiera de mis hijos. Preguntad claramente, en ciertos
momentos de vuestra vida, de vuestros días, preguntaos tranquilamente y
escuchad no lo que dicen vuestros pensamientos, no lo que dice vuestra
historia, sino escuchad en el silencio de vuestro corazón, lo que canta vuestra
Madre -y también vuestro corazón al unísono.
Hijos míos, yo os digo:
“regocijaos”. Todo lo que se os ofrezca ver o vivir, no es nada. Y recordad
que, si eso no es nada, entonces no sois nada sino este Amor desconocido en la
Tierra pero que hoy se menifiesta. Este Amor no depende, como sabéis, de
ninguna historia ni de ningún vínculo; es la libertad total de la conciencia.
Entonces, aunque os toque vivir circunstancias dolorosas, en vuestro cuerpo, en
vuestra vida, no olvidéis que yo estoy a la espera de que os volváis hacia mí,
más allá de toda religión e, incluso, de mi historia en relación a este mundo y
en relación a mi encarnación como María.
Los Elementos deben
apaciguarse en vosotros, por sí mismos, no por ningún deseo sino por el
reconocimiento del Amor, de mi Presencia, si queréis. Desde el instante en que
sintáis una paz que es diferente a cualquier otra cosa y que hasta pueda
sorprenderos, es porque en esa paz no hay lugar para ningún conflicto con
vosotros mismos, con el mundo, con lo que ocurre, así como con cada hermano y
hermana, aunque sea considerado como un enemigo. No hay otro enemigo que
vosotros mismos contra vosotros mismos, mientras os consideréis efímeros.
El Amor no necesita
soportes, no necesita historia, no necesita cuerpo, no necesita dimensiones. Es
todo lo que estáis viviendo, descubriendo a veces con estupefacción, a veces
con miedo, a veces con felicidad, pero las reacciones no son importantes porque
la evidencia es tal que, en el momento de mi Llamada, os recuerdo, nadie podrá
ignorarla porque las Trompetas me habrán precedido y las Trompetas habrán
sembrado el terror para los que están vueltos hacia la materia y la alegría
para los que se han girado, incluso sin vivirlo, hacia la Eternidad, con toda
libertad. Yo soy, en estos tiempos especiales, la que pone fin a toda errancia,
a todo sufrimiento, a todo desequilibrio, pero no veáis mi acción como algo que
viene del exterior de vosotros, porque siendo la carne de mi carne, estoy
evidentemente en vosotros, soy vosotros de alguna manera.
Entonces, dejad magnificarse
y aparecer el Femenino Sagrado para vivir totalmente, antes del espacio de
resolución colectiva, la Gracia de la Nueva Tri-Unidad, la celebración no ya de
las Bodas Celestiales o de las Bodas Terrestres, sino de vuestra Resurrección
en las esferas de la Eternidad, aquí mismo, a través de esta carne. Vuestro
corazón está atravesado por este Amor y entonces, todo se desvanece. No podéis
agarraros a nada. Dejad todo, pensando en mí y allí veréis que nunca ha habido
separación ni incluso puerta. Entonces
exclamaréis: “es muy simple”.
El Amor es muy simple. Solo
os mantiene alejados del amor, el fárrago de todas las historias a través de
las cuales vosotros buscáis el Amor. El Amor no hay que buscarlo, el Amor es
reconocerse, ante todo. Y reconociéndoos, reconoceréis toda la creación, todo
lo que habéis vivido de lo que os hemos trasmitido, ya sean técnicas,
acompañamientos o simplemente nuestra presencia.
Ya veis hijos míos, que ahora
no espero más que os reconozcáis. No vengo a perdiros nada. Dad el primer paso
con confianza y yo os ayudaré. No quiero llevaros, no, pero puedo ser de alguna
manera, el testigo y el catalizador de este Amor que sois y que nos une en la Libertad
y en la Ley el Uno.
Os recuerdo que no tenéis
necesidad de nada y, cuando hayáis terminado de jugar con vuestra historia,
vuestra persona, cuando hayáis dejado de tratar todavía de mejorar algo, os liberaréis.
Yo estaré allí para recibiros, no para deteneros sino para testimoniar lo que
vivís.
Hijos míos, mi corazón de
Madre nunca ha estado tan jubiloso como ahora. Mis hermanas Estrellas, los
Ancianos, los Arcángeles, todos los pueblos de la Confederación Intergaláctica
de los Mundos Libres, están en este estado, no diría de excitación porque eso
no quiere decir nada para nosotros, sino de alegría. Recordad que nosotros no
estamos sumidos, incluso acercándonos a vosotros, en la misma linealidad de
tiempo. Os hemos dicho hace tiempo que todo estaba cumplido, solo queda
concienciarlo y vivirlo. Pero allí donde estamos, sabíamos que todo estaba
cumplido y hemos tratado, por respeto a la libertad de cada uno como de la
colectividad, de manifestarnos regularmente de forma velada. Ya sea en las
naves o fuera de las naves, ya sea en forma de nubes, se trata de nosotros.
No veáis en ello la
tecnología humana o extraterrestre como decís, sino el milagro de nuestra
presencia dentro de vuestros cielos, en vuestro corazón y en vuestras vidas. La
oportunidad que tenemos, vosotros y nosotros, es que el tiempo que se
desarrolla en la Tierra nos ha dejado, como decís, tiempo para suavizar lo que
está ocurriendo ahora aquí, suavizarlo de tal manera que, en un momento dado,
todo lo que ha sido anunciado se revelará ante vuestros ojos a la vez, de
manera súbita; para algunos será sentida como brutal y violenta. Pero no hay
mejor forma que sorprender al miedo, porque cualquiera que sea el miedo, la
sorpresa lo afloja. En ese momento no estaréis en lucha, en oposición, no habrá
nada a lo que agarrarse si no es a lo que sois. Y entonces, muchos de vosotros,
antes incluso de mi Llamada, antes incluso de las Trompetas, desde ese día
viviréis la verdad de vuestro ser.
Para aquellos que no han
vivido nada como la energía, las vibraciones, la conciencia, para todos
aquellos de mis hijos que se han alejado de mí, de la Luz, del Amor, esto se
hará más obvio que para vosotros, porque vosotros tenéis menos necesidad, tanto
los que estáis aquí, como los que me escucháis o los que me leéis. Ciertamente,
como he anunciado, yo podré consolaros en caso de necesidad, pero ¿no es el
hijo que más me necesita, el que está alejado de mí, el que me ha ignorado, el
que sólo ha buscado la codicia, la posesión de lo que sea?
Vosotros que estáis
abiertos, recordad los años que han trascurrido o los meses o semanas, para
vuetra apertura. Mirad los momentos de gracia, las experiencias que habéis
vivido. No creáis nada. Dejaos llevar y os llevaré no para evitaros fatiga sino
para traeros realmente Alegría al corazón y a la Paz, allí donde estáis, en
vuestro lugar.
…Silencio…
No olvidéis que toda madre
está en contacto con su hijo; que su hijo esté junto a ella o lejos de ella, no
cambia nada. El corazón de una madre es de hecho capaz de hacer revivir
eternamente sus recuerdos sin sufrimiento, pero para estar en el Amor, no en el
de los apegos sino en el Amor que sale de ella espontáneamente al criaros,
educaros, sea cual sea la dureza aparente de esta educación, independientemente
de las insuficiencias, las negligencias. El corazón de una madre no puede
mancharse de ninguna manera. Entonces, penséis lo que penséis, hayáis vivido lo
que hayáis vivido, eso nunca será un obstáculo para reconoceros a vosotros
mismos en esta dulzura y en esta Paz. Todo lo que no es dulzura, todo lo que no
es Paz, simplemente no está iluminado o vivificado todavía, por la Vida Eterna.
Vosotros no necesitáis
tiempo, sin embargo, no hay nada más urgente.
No necesitáis buscar, no
neesitáis resolver si no son las ocupaciones de vuestra vida efímera, pero en
el interior de vosotros, todo está cumplido y resuelto. Aunque no hayáis
percibido nada, es el momento de percibirlo. No hay mejor medio que pensar en
mí, que evocarme. No me pidáis nada; sé pertinentemente lo que hacer. Abridme
simplemente la puerta y no os preocupéis de nada.
Entonces,
hijos míos, en este mismo momento en que me escucháis, en que estáis aquí, en
este mismo momento en que me leéis, yo estoy ahí. Tened confianza, aunque no
percibáis nada o lo percibáis intensamente. Lo importante no es vuestra
percepción y vuestro conocimiento a ese nivel, sino vuestro propio conocimiento
de lo que sois más allá de toda forma. Vosotros sois Amor, encarnado como no
encarnado, no cambia nada. Como se os ha dicho, vosotros sois los “no nacidos”,
los “sin forma”, la Eternidad, la Gracia eterna, sean cuales sean las cargas y
las máscaras que parecen todavía ocultar algo.
Vengo a
deciros también algo que os afecta, a cualquier nivel, y está ahí a partir de
ahora solo para ser el aguijón de nuestro encuentro y el aguijón de vuestro
corazón para el que se abra y no olvide que el corazón es a la vez la fuente de
toda vida y la fuente de toda manifestación y esa fuente no es nada más que
vosotros. Entonces, el Juramento y la Promesa no están hechos por una fuente
exterior a vosotros sino por la fuente que vosotros sois.
Es eso lo que
durante todos estos años e incluso dentro de los medios oficiales de la época, se
decía en mis apariciones que, como os había dicho, no eran de mí misma, a
excepción de algunas, a pesar de que el mensaje era siempre el mismo. Por
supuesto, evocar mi Presencia, sentir mi Presencia, os reenvía a la historia de
la Tierra, pero no veáis otra cosa que la imagen de la Verdad vivida sobre la
escena de teatro de este mundo.
En mi
presencia, no podéis mantener ningún velo, ninguna ilusión y vosotros no podéis
sustraeros a la Verdad; es a eso a lo que os insto. No hay ningún precio que
pagar, solo recibir, no según vuestra persona sino según el don del Amor, el
don de la Gracia. La Libertad y la Verdad no tiene ningún precio y nada puede
comprarse; eso está adquirido.
Así que, aquí,
en este momento y en cada momento que sigue, ya sea con apoyo de la oración o
simplemente por el silencio, yo os asisto. No os conduzco, estoy allí y eso
basta si vosotros estáis allí también. Lo demás no son más que pamplinas porque
el Amor es todo desde el momento en que no sois nada, desde el momento en que
no hay ninguna reivindicación, excepto esta tensión hacia el Amor y hacia el
Abandono que realiza vuestro estado de Luz más allá incluso de la forma eterna.
…Silencio…
Vosotros sois
la conciencia pura, así como sois la a-conciencia. Vosotros sois el mundo, sois
el Amor; sois el niño que llora y el niño que ríe; sois el viejo que se apaga
en la paz o en el sufrimiento. Pero todo eso no son más que juegos porque en
verdad solo sois Amor que engloba todo lo demás.
Es a eso a lo
que os invito ahora, a plantearos y deshaceros de las cargas tanto del cuerpo
como de la vida en este mundo. Os invito a descagar los pesos que justamente
tenéis que soltar. No necesitáis entenderlo, solo reconoceros. No hay más
velos, solo tenéis que dar la vuelta y el Silencio y la Paz estarán allí; yo
estaré allí y vosotros también, no a través de ninguna máscara, no a través de
cualquier pensamiento sino como la única verdad inefable que no puede sufrir
ninguna objeción o cuestión porque es evidente.
Entonces, si
esa evidencia no está hoy presente en vosotros, no os culpabilicéis, no os
preocupéis por eso. Daos la vuelta y os tenderé los brazos y os estrecharé
sobre mi corazón, cubriéndoos con el Manto Azul de la Gracia para que
descubráis vuestra Libertad, la que no puede estar obstaculizada por vuestra
historia, por vuestras penas y vuestras alegrías.
Ese es el
momento importante, más allá incluso de mi Presencia porque se trata de vuestro
reconocimiento. Entonces diréis: “qué simple es”. Y cuanto más complicado lo
veáis, llegado el momento, os aparecerá como sorprendentemente simple,
sorprendentemente evidente y veréis entonces los últimos restos de las
estrategias defensivas de la historia de la persona derrumbarse como un
castillo de naipes, incapaz de mantenerse ante vosotros, no pudiendo emerger ya
dentro de vuestra vida en esta carne. Ahí está la Libertad y en ninguna otra
parte. Esta Libertad que os da también consuelo, fe, esperanza y, sobre todo,
la caridad de ser lo que sois.
Entonces,
todos los problemas, las vicisitudes de la vida que serán resueltas, en
cualquier situación, os aparecerán por lo que son, una responsabilidad que
cumplir, pero eso no tendrá ningún peso, ningún efecto sobre vuestra paz y
vuestra alegría; eso es muy concreto. Yo os digo también: “no me creáis, hijos
míos, os pido que vayáis y lo viváis”, como en el momento en que una madre
empuja al hijo hacia su libertad, el momento en el ave empuja a su cría fuera
del nido, sabiendo que va a elevarse necesariamente, aunque él no lo sepa. Es
lo mismo.
Vengo a
vosotros para deciros que seáis libres, libres de todo, pero asumiendo
simplemente vuestra corporeidad, vuestro efímero, hasta el final, pero con
liviandad y gracia. En el momento de mi Llamada, eso será la felicidad. Desde
el instante en que oigáis los sonidos del cielo y de la Tierra, entonces todo
desaparecerá: la historia, las cargas. Os acostaréis con confianza,
encontraréis lo que sois cuando os vayáis a dormir. No os preocupéis de nada,
ni de vuestro cuerpo ni de vuestros hermanos y hermanas en otras partes de la Tierra,
ni de vuestros aimales; todo irá perfectamente. Y hoy, comprobad en vosotros
mismos, en vuestra vida efímera, cómo se desarrolla para vosotros, estos tres
días.
Así que, si
hay sufrimiento, sobre todo no busquéis nada si no es para curar ese dolor
porque no hay que buscar explicaciones en la Luz o culpabilidad o la falta del
otro. Todo eso no son más que interacciones que no tienen razón de ser ante la
majestad del Amor. Pero amaos totalmente. No hablo de vuestra forma o de
vuestra historia, sino de lo que sois y de lo que no sois, es decir, el Todo,
el gran Todo que contiene todos los tiempos, todos los espacios, todos los
mundos, absolutamente todo lo que puede ser manifestado un día o que ha sido
manifestado.
Recordad que
la historia de vuestra vida necesita complejidad, porque si fuera simple y
evidente, no habríais visto que estabais vivos. Así que hoy y, sobre todo, si
para para vosotros es duro, no hablo a mis hijos los que estáis aquí, que
estáis despiertos, hablo para aquellos de vosotros que me ignoráis, para los
que no queréis el corazón. Solo el miedo hace pantalla y vuestro corazón es
todavía más grande -si puedo hablar así, porque es el mismo corazón- que lo que
hayáis podido imaginar o temer.
…Silencio…
Vosotros
sabéis que las palabras tienen menos importancia que antes, solo cuenta vuestra
Presencia y mi Presencia, solo cuenta lo que sois más allá de todo ser, más
allá de todo Sí, más allá de toda Luz y, sobre todo, bien lejos de cualquier
tipo de historia.
…Silencio…
No olvidéis,
para ayudaros en lo que se desarrolla, hacer el Silencio por momentos, el
silencio de vuestra mirada, el silencio de vuestras palabras, en vuestra vida o
en la naturaleza, ya sea en los pueblos de la naturaleza, ya sea con vosotros
mismos, ya sea con otros: vuestro amor, vuestro hijo, vuestro padre o el que
resiste. No olvidéis que el Silencio pone fin automáticamente a la expresión de
la persona -el silencio de las palabras y el silencio de la mirada también. Ver
más allá de la apariencia de la forma en estos momentos que vivís en la Tierra,
requiere a veces cerrar los ojos para no estar preocupados por la apariencia o
por lo que se dice. Cuando tengáis la ocasión, quedaos en silencio y en la
ausencia de mirada. Volved vuestra mirada hacia vosotros y recordad que no hay
nada que ver que solo hay que vivirlo, experimentarlo.
Pensad en mí
como un último auxilio en los momentos en que sentís que se ha hecho silencio,
que nada se imprime en vuestro mental, que los pensamientos escasean y la Paz
se instala. Y recordad que no tenéis nada que hacer, más que manifestar ese
silencio y toda expresión de vosotros mismos. No os pido que os retiréis, sino
que lo penséis varias veces al día. Y si pensáis en ello, veréis por vosotros
mismos que todas las dificultades de vuestro cuerpo como de vuestra vida se
apagarán por sí mismas ante la majestad del Amor. Pero no olvidéis que
precisamente en este momento, no tenéis nada que hacer más que cerrar vuestros
ojos y cerrar vuestra boca, velar y orar y os daréis cuenta no de las
manifestaciones sino del efecto directo sobre la paz interior que ya no depende
de vosotros. Ahí está el mayor regalo de la Vida misma: vuestro regreso a la
Libertad.
…Silencio…
Encontrad el
momento presente, como os he dicho. Encontrarlo no es buscarlo sino instalarse
en él, allí donde no hay ningún espacio para el pensamiento, para la persona,
para una historia, para un sentimiento. Acercándoos a esta Paz, a esta vacuidad
(digamos), a medida que ella crezca, la Evidencia irá apareciendo en su
desnudez más allá de mi Presencia y la vuestra. Entonces encontraréis realmente,
por la experiencia, la Ausencia, el Absoluto, el Último (no importan las
palabras). Si eso os molesta, entonces viviréis que vosotros y vuestro Padre
sois Uno, que vosotros y el mundo sois Uno, que vosotros y las dimensiones sois
Uno y que más allá de ese Uno está aquello sobre lo que se apoya toda vida y
que está más allá de la Luz, que es la fuente del Amor pero que no es la
Fuente.
Mi corazón de
Madre late en cada uno de vosotros y es normal ahora que, de alguna manera, me
pongo en la cabecera de todos aquellos que no me han reconocido, en el corazón
de todos los que experimentan el sufrimiento; ellos tienen más necesidad de su
Madre que vosotros, pero yo estoy aquí también, para vosotros -os he dicho que
no hay diferencia. Estoy en todas partes a la vez, más allá de estar en
vuestros cielos (de la Tierra), mi Presencia se revela en cada uno de vosotros,
en el Silencio, en la humildad, en la simplicidad, en este espacio donde no hay
reivindicaciones ni preguntas. Os espero para que todos estéis en vuestra casa.
Entonces, mi corazón de Madre, no tendrá ya más que deciros; todo ha sido
dicho, habéis sido informados los que estáis aquí y en otros lugares.
…Silencio…
Por tanto,
acoged la Paz para que ningún temor pueda agarrarse a nada. Eso es importante
no para más adelante porque todos vosotros sois los niños de la Eternidad, los
niños de la Ley del Uno, aunque utilicéis otra cosa.
…Silencio…
Permíteme,
estés donde estés, aquí o en otra parte, colocar sobre tus hombros, el Manto
Azul de la Gracia. Permíteme
estrecharte sobre mi corazón. Permíteme
devolverte a tu Libertad. Permíteme cantar tu Resurrección.
…Silencio…
Hijo mío, hijo
mío, tú eres el Camino, la Verdad y la Vida en esta forma como en cualquier
forma, como en el “sin forma” y el “no nacido”. En todas partes te amo. En
todas partes tú eres el Amor.
Entonces
te digo, hasta cuando tú quieras. Atrévete tan pronto como lo desees, tan
pronto como te sientas listo o, aunque no te sientas preparado.
…Silencio…
Sé
lo mismo que el niño que, aunque ha cometido un error, solo puede llamar a su
Madre.
…Silencio…
Yo
soy María, Reina de los cielos y la Tierra, Yo soy el Corazón de tu Corazón y
te bendigo. Y no me despido de ti porque recuerda que estoy ya en ti. Pronto me
escucharás. Cuando llegue el momento y cada día, sentirás más inminente mi
Llamada que se hará más intensa antes incluso de la
Llamada colectiva.
Despierta,
yo te amo. Despierta, estoy en ti.
…Silencio…
***
JESÚS-CRISTO
Yo y mi Padre somos Uno. Que la Paz sea en todos vosotros.
...Silencio...
Juntos, en la Unidad del Amor, en cada uno de vosotros, Hijos Ardientes del
Sol, os saludo. Instalémonos juntos, aquí en el corazón, y acojámonos en la Paz
del Cristo.
...Silencio...
A cada uno me dirijo, con la misma intensidad y la misma verdad. Juntos
velamos y rezamos, dando las gracias al Amor y a la Vida. El tiempo de mi
vuelta ha llegado, entre vosotros. No me busques en una forma, búscame en
espíritu y en verdad. Estoy aquí, en espíritu y en verdad. Me dirijo a ti, Hijo
Ardiente del Sol, hijo del Verdadero y del Único, en lo perecedero de tu forma
como en lo eterno de tu corazón. Vengo a decirte: «Álzate».
A la hora en que se cumple sobre la tierra el conjunto de las profecías,
las más antiguas como las más recientes, es la hora de tu despertar definitivo
y es lo que vives. En toda circunstancia de tu vida como en toda circunstancia
de tu conciencia actual, llamo a tu puerta, a fin de que me escuches y me
abras. Vengo a cortar, si estás conforme, lo que puede darte la ilusión todavía
de estar retenido por la seducción de este mundo.
Te lo había dicho hace más de 2000 años, y te lo repito hoy: «Estás sobre
este mundo pero no eres de este mundo.» Tu forma en este mundo toma su esencia
en este mundo, pero tu Espíritu no está sometido a ello, de ninguna manera.
Vengo a invitarte de aceptarte. En la hora en que mi Madre pronto va a
nombrarte y a llamarte, en la hora en que Mikaël continúa labrando el cielo y a
tocado tierra ahora, en la hora en que tu Tierra liberada ahí donde estas, sube
otra octava, ésta te invita a escuchar los Elementos de la tierra como a los
Elementos de tu cuerpo que tratan de cantar al unísono la revelación del Éter,
la revelación de la Eternidad.
... Silencio...
El calendario del tiempo de la Tierra llega a su final. Regocíjate;
regocíjate en la Verdad, regocíjate en la Eternidad, regocíjate en el Amor.
Este Amor, que no sabe nada y que no reconoce nada de lo que vives en el seno del
efímero, porque no pertenece a su Libertad, y en lo que es en este mundo, se
desvela a ti desde ahora en adelante en totalidad, no dejando ningún espacio,
ni de dudas, ni de sufrimiento, ni de apego al mundo donde estas y que no es el
tuyo.
... Silencio...
Muy pronto, en tiempo terrestre, podrás lavar tus vestiduras de eternidad
en mi sangre, la del sacrificio de lo que sólo pasa, para la gloria de la
Eternidad, para la belleza de la Verdad y para la magnificencia del Amor en
encarnación, en tu corazón como sobre este suelo, donde tus pies están puestos.
Entonces déjate lavar de toda ofensa al Amor, de toda ofensa a la Vida, no
por ti mismo, porque desde ahora en adelante sólo puedes reconocer lo que eres.
Todo el resto, incluso atándose a ti a través de un sufrimiento cualquiera que
sea, en realidad sólo te muestra que se está soltando.
Tú, digno Hijo Ardiente del Sol, donde ninguna tarea puede quedar, tú donde
ninguna resistencia puede oponerse, conságrate a la Vida, no la que conoces,
cualesquiera que hayan sido los placeres, cualesquiera que hayan sido las
lecciones. El Amor no necesita de lecciones, es eso lo que realizas ahora. No
tienes nada que aprender, no tienes nada que vencer, no tienes nada que
conquistar en la Paz de tu corazón, en la Paz del Cristo.
Confíame tus sufrimientos y tus dolores, háblame de corazón a corazón, más
allá de tu forma y de mi forma anterior. Confía, encomiéndate a mí, como
encomiendas tu efímero al Eterno, mostrando ahí mismo el sentido de tu
sacrificio, el sentido de la Libertad y la Vía del Amor.
Este Amor que eres no encuentra ningún equivalente sobre este mundo, que
esto sea en tus seres queridos, que sea en la mirada de la naturaleza y de los
pueblos que viven allí, todo esto sólo representó unos enfoques de este
Fuego devorador del Amor y del Espíritu.
Entonces, descubres la Libertad, viniendo a poner fin a la ignorancia de lo
que eres en verdad. Y en verdad te lo digo, eres el Único; en verdad te digo,
nunca naciste; en verdad te digo, nunca podrás morir. En verdad te digo, no
eres nada de lo que aparece en la trama de tu vida o en la trama de tu
conciencia, porque en el Amor verdadero, no hay sitio para el menor sufrimiento
y el menor conflicto. El conflicto y el sufrimiento sólo están ligados al
nacimiento, en este período, real y concreto, de tu humanidad y de tu
eternidad.
La humanidad de la que hablo no es el humanismo de los amos de este mundo
que ya no tienen ninguna maestría y que, obligados y forzados, se borran de una
manera u otra, delante del poderío del Amor en manifestación y que tu encarnas.
No tienes nada que decir ni nada que repetir, no tienes nada que demostrar,
tienes simplemente a estar ahí, despojado y desnudo, presente a tu eternidad,
ausente de la forma, conservando aún así tu forma.
Entonces sí, te digo: «Álzate, mantente erguido», porque nunca más podrás
doblarte delante lo que sea, o de quienquiera que sea, tú, Hijo Ardiente del
Sol del cual el Fuego Ígneo viene a revelar, alumbrar y trascender lo que debe
jugarse para ti, sobre la pantalla de tu conciencia, sobre la pantalla de tu
vida.
En estos momentos finales de la Ilusión, cada uno de entre vosotros va a
reencontrar el hilo de su libertad en el Absoluto, en la Fuente Una, en el
ardor de tu Sol Central. Deja a la Gracia descubrirte, deja a la verdadera Vida
en Cristo, en el Amor, en el Uno, llenar cada intersticio de tu vida. No te
resistas a ti mismo, no te resistas a nada, y vuélvete la roca que eres en el
ardor del sol de tu corazón.
Entonces sí, vengo a verte – así como un ladrón por la noche, eso lo sabes
–, pero ante todo, con lucidez. No me relaciones a la historia de esta tierra,
no me relaciones a cualquier escenario,
simplemente ponte de pie, simplemente estate ahí, como yo lo estoy
contigo.
... Silencio...
Recuerda, que eres tú y solamente tú que puede juzgar y evaluar lo que
eres. Y recuerda que no hay nada a condenar, sino todo a perdonar, que no hay
nada a quitar, sino a dejarse transmutar.
Tú que has sido el servidor de la Luz, hoy sírvete en abundancia de tu
eternidad. No temas nada de este mundo, él no puede más impedirte de ser.
Cualesquiera que sean las circunstancias del lugar donde vives, tu fuerza está
presente, es la fuerza del Amor, es la fuerza del Informe, es la fuerza de la
Eternidad.
Entonces aparta todo lo que puede hacer pantalla y levántate, anuncia la
noticia, no con palabras, ni con gritos, sino por la majestad de tu Libertad
aquí mismo en este cuerpo. Eres el testimonio viviente de mi paso sobre esta
tierra. Recuerda que no tienes nada que defender, ni demostrar nada, si no es a
ti mismo y por ti mismo. Estate solamente ahí, erguido, en lo que la Vida te
ofrece como en aquello que la Vida te retira, porque es en estas circunstancias
de ganancias o de pérdidas que puedes verte en lo que te atrae o no.
Deja el ardor de tu corazón quemar las escorias y lo inútil. Entonces
abrirás los ojos, tus ojos estarán abiertos, no por tu voluntad sino por la
evidencia de la Gracia, de la Libertad y del Amor, ahí donde estás.
No he venido hoy a consolarte, no lo necesitas. No he venido a anunciarte
lo que sea porque lo ves por todas
partes, en ti como a tú alrededor. Dondequiera que tu mirada se vuelva, el
ciclo se acaba. Sé alegre, quédate alzado y ligero.
No vengo para sermonearte, no vengo tampoco a juzgarte, vengo simplemente a
proponerte de unirte a mí, si tal es tu elección, en las moradas de la Libertad
eterna, donde cada morada es tu morada, donde cada forma como cada mundo sólo
es tu manifestación y tu expresión.
No vengo a bautizarte, te tiendo la mano, en cuanto estés tendido hacia tu
eternidad.
No olvides nunca que cualquiera que sea el sufrimiento de este mundo, el
tuyo como el de tu hermano, éste sólo pasará, y pasará más rápidamente en
cuanto te alces en tu dimensión de Hijo Ardiente del Sol, y no más como
personaje, con sus deseos y sus gesticulaciones.
... Silencio...
Vengo a presentarte la Iglesia del cielo que no puede ser corrompida como
la Iglesia de la tierra lo es actualmente. Los tiempos se han cumplido y los
tiempos llegaron para restablecer y restaurar la Verdad. Ninguna mentira podrá
mantenerse en pie, ninguna mentira podrá esconder lo que sea al Amor. Te invito
así a no esconderte nada a ti mismo.
Vengo a invitarte a lavar tus vestiduras. Hay tiempo, todavía hay tiempo.
Entonces así serás revestido de tu corona de Gloria, entonces así, sólo podrás
quedarte alzado en la Gracia del Amor, de la Luz y de la Verdad. Y te lo repito
hoy: «Estar alzado, es ser feliz». Felices los simples de espíritu, no
conocerán más la muerte y su ilusión, y su cortejo de sufrimientos.
Tú, coronado por la gloria de tu eternidad, tú, mi hermano y mi amigo, dondequiera que estés, de dondequiera que
vengas, y quienquiera que seas en el juego de esta vida, te veo y te amo.
Reconóceme y te absolverás tú mismo de tus propias culpabilidades, absolverás
tus experiencias desgraciadas y sobrepasarás tus experiencias felices.
Entonces vive, vive tu eternidad desde ahora, no esperes nada y no esperes
porque el reloj del tiempo pronto no podrá avanzar más, poniéndote en la
inmovilidad. Recuerda que en estos acontecimientos, no puedes controlar ni
dirigir nada, sino que puedes simplemente borrarte delante de tu majestad
eterna y delante de tu belleza, porque no hay nada más a ver en eternidad que
la belleza, donde nada puede ser separado, donde nada puede estar dividido
ni desviado.
Entonces, tú que has sido llamado de un modo u otro a esta Eternidad que
eres, tú que ya respondiste a la llamada o que dices no haberla recibido, te
invito al banquete del Cielo, te invito al banquete de la Eternidad en la que
nunca más tendrás sed, nunca más tendrás hambre. Esto es ahora y esto, puedes incluso comprobarlo en el seno del
efímero de tu forma, porque el milagro de la transubstanciación se produce
ahora. Tu cuerpo de Luz eterna tomó el relevo de tu cuerpo efímero manteniendo
esta forma que ya está muerta, cualquiera que sea tu edad, porque jamás puede
durar.
Te invito a la ligereza, del ser como del no ser, te invito al Amor sin
maquillaje y sin rodeos y te digo, mi hermano, Paz sobre ti. Te doy mi Gracia,
te doy el perdón. Te doy la Libertad. Acoge mi presente, acoge mis regalos, no
son nada más que los tuyos; te son debidos de toda eternidad.
No le debes nada a este mundo y él no te debe nada, tienes solo a cumplir
lo que todavía hay que recorrer mientras que el tiempo no se haya parado,
incluso si para ti ya se ha parado. Escucha, entiende más allá de mis palabras
lo que te es dicho, lo que te dice la Vida y lo que te da a ver este mundo. No
seas engañado más por cualquiera apego que sea, por lo que sólo pasa y que
perecerá, y que ya perece.
No te vuelvas hacia atrás, a fin de no volverte como la mujer de Loth. No
definas ningún futuro porque la vida se ocupa de eso y el Amor es Inteligencia,
como la Luz. Sé disponible en totalidad para ti mismo, más allá de toda
diversión, de toda ocupación o preocupación, más allá de toda responsabilidad
que tengas que asumir en el seno de esta forma. No digo de no hacer, sino de
ver lo que está en la fuente del hacer, en la fuente del ser y en la fuente de
la Vida.
Alíviate. Este alivio no es un alivio de las contradicciones de tu vida,
sino un alivio definitivo de lo que eres, abriendo a doble batiente las puertas
de tu corazón a mi visita y a tu propia llegada en la Eternidad en el efímero
de este mundo.
No te dejes abusar más por todo lo que sólo pasa, porque no tienes que
atarte a lo que pasa, porque eres Libertad donde nada puede estar atado, donde
nada puede ser coaccionado.
... Silencio...
Hoy te lo digo, todo está cumplido en el seno mismo de la materia, y es eso
lo que nace en una duración necesaria y suficiente, que sólo nuestro Padre
conoce. Atraviesa sin mirar hacia atrás, ni incluso delante, lo que la Vida te
hace atravesar. No huyas de nada, no evites nada, sino perdona. Date a ti mismo
la Gracia; dale a cada uno, allí donde tu conciencia o tu mirada se llevan, da
la Paz y regala la Gracia. Levántate y mira ante todo dentro de ti, y mira todo
lo que tienes que ver, que sin embargo sólo pasa. No te pares allí. Mi Madre
está aquí para consolarte, yo estoy aquí para repetirte de levantarte
finalmente.
Recuerda también, que como Hijo Ardiente del Sol, lo que te haces a ti
mismo como lo que le haces a cada uno, en verdad te lo digo, es a mí que me lo
haces. Entonces, el único “hacer” útil hoy, tengas que lo que tengas que
afrontar, que vivir y superar, cualquiera que sea la intensidad de tu paz y la
intensidad de la manifestación de tu Verdad, en este “hacer”, no hay ningún
“hacer” a hacer desde la persona, solo hay que decir “sí”, un “sí” sincero y
rotundo, irrevocable e irreversible al Amor. No aquel que puedes suponer o
condicionar en cualquier circunstancia que sea, sino justamente aquel que es
verdadero, independiente de toda atadura, independiente de toda selección, de
toda condición. Este Amor, este Amor verdadero, no puedes compararlo ni incluso
medirlo porque él irradia permanentemente, él canta el Amor y la Gracia sobre
todas las circunstancias de tu vida y de este mundo.
Mi presencia en este día, entre María, mi Madre, y Mikaël, el fiel
servidor, viene por supuesto a ilustrar la Nueva Eucaristía, pero a este nivel,
la comunión no es más un acto de misa, sino un acto de Vida, que está presente
a cada inspirar y a cada expirar, en cada mirada que llevas, en cada emoción
que sientes, en cada idea que sólo pasa.
Atrévete a ser, más allá de toda apariencia, más allá de toda condición y
de toda suposición.
Entonces, como te dije al principio, te doy mi Paz, te doy la Paz del
Cristo, y esto se reproducirá en cada tiempo, en cada soplo y en cada día. No
te alejes más de ti, permanece de pie.
Quédate aquí conmigo unos instantes. No necesitas más de palabras, solo
necesitas de escucharte – es lo que pasa ahora y cada día. Así como mi Madre te
ha dicho, encuentra unos momentos – que no necesitan de ser medidos en horas,
sino simplemente en minutos, incluso en segundos – en cuanto tengas la
oportunidad. Vuélvete esta oración y esta velada permanente, vivan lo que vivan
tu cuerpo y tu efímero. No escuches a nadie, solo a tu corazón, él habla en el
silencio, no necesita de escoger entre esto o aquello, solo hay que ser, de
manera irrevocable y definitiva.
... Silencio...
Estoy contigo desde ahora en Eternidad, pienses lo que pienses de eso y lo
que digas, porque también soy lo que eres, tú, el Hijo Ardiente del Sol.
... Silencio...
Y juntos nos mantenemos alzados frente a frente, donde tu noción de
identidad no sabe más si es ella misma en este cuerpo o en mi cuerpo, porque en
tu cuerpo inmortal y mi cuerpo inmortal compartimos el mismo Amor. Compartimos
los mismos sufrimientos y las mismas alegrías en el seno de la encarnación y
ves, a través de tu vida como a través de mi vida, lo que es lo más importante
y lo más intenso hoy. ¿Estás todavía atado, a lo que sea o te presentas libre
para lavar tus vestiduras en la sangre del cordero?
No necesitas más de palabras y yo tampoco, sólo la Evidencia es el testigo.
Ninguna palabra puede traducir lo que se celebra en lo íntimo de tu corazón
como de mi corazón. Recuerda que no tienes que seguir a nadie, todo lo más
puedes imitarme, no en las secuencias de mi vida, sino en la intensidad del
Amor.
Entonces, te lo repito una vez más, Paz a ti, y Paz en ti. Cualquier cosa
que se celebre, la misma Paz está allí, incluso si piensas lo contrario y que
sientas lo contrario. No te quedes ni en la apariencia ni en la superficie,
sobrepasa toda manifestación y todo sentimiento de lo que te molesta y de lo
que te obstruye. Sólo ve lo verdadero, sólo ve nada más y verás todo, todas las
soluciones se encuentran ahí.
Entonces tú mismo pruébate que tu fe está activa, que esta fe en el Amor
que eres, es mucho más intensa y más eficaz que cualquier técnica que podrías
aplicar.
Eres a la vez el cincel que cincela la piedra, la piedra ella misma, como
la ausencia de cincel y de piedra. Reten sólo la perfección de la percepción de
tu conciencia, la perfección de la forma cualquiera que sea y que sólo pasa,
pues no es a través de una forma o de una forma libre que no pasarás.
Tú, que nunca naciste, que nunca moriste, que nunca en realidad sufrió,
porque ¿quién sufre si no es tu cuerpo?, porque ¿quién sufre si no es lo que
está destinado a desaparecer en el momento de la apariencia de la muerte? Reten
sólo lo que es verdadero. Deja pasar todo el resto porque ningún sufrimiento te
pertenece, incluso si lo vives con intensidad. No más que no eres tu cuerpo, no
más que no eres de este mundo, ningún sufrimiento es tuyo, sólo lo sientes.
Ve más allá de lo que parece pararte y a veces proseguirte en tu búsqueda
de la Verdad. Mira con intensidad lo que vives en ti. Que haya forma, que haya
Luz o que no haya nada, todo está ahí, a tu libre disposición, de manera mucho
más evidente que en el momento de mi paso sobre esta tierra. Así podrás acoger
no sólo la Llamada de mi Madre, sino que también la espada de Mikaël sin estar
afectado por lo que es cortado de ti y quitado de ti, por la Gracia de la Luz,
por la espada de Mikaël, por la Nueva Alianza de Libertad. Entonces celebra,
con nosotros, tu resurrección sin demora. Que esto sea mañana o pasado mañana,
incluso si esto no era aparente en totalidad, levántate y celebra tu
resurrección.
Mi amigo, mi hermano, en el mismo corazón ardiente, no necesito de otras
palabras. No hay más necesidad de palabras porque cuando la Gracia se
despliega, cuando la totalidad del Amor es revelado en la superficie de este
mundo como este es el caso, ¿qué puede quedar para ti que el silencio en medio
de los gritos de los y de las que todavía no han visto la belleza? Entonces
levántate, vela y reza del modo que te describí, quédate tranquilo, quédate en
la Paz eterna. Que te haya rozado o que te haya invadido, déjala ser lo que
eres.
... Silencio...
Que la Paz sea sobre todos vosotros. Os doy mi Paz, la Paz del Cristo. Y
aquí, en el silencio, comulgamos, dondequiera que estés, en cualquier instante.
... Silencio...
Y te saludo y te rindo homenaje por haber atravesado las vicisitudes de
este mundo. Te rindo homenaje por el coraje que pusiste, y celebro en ti tú
Resurrección. Yo y mi Padre somos Uno. Paz a ti. Por siempre en el Amor.
Paz a ti. Os doy mi Paz como di esta vida efímera para vuestra eternidad, y
mostraros lo que sois, hace 2000 años, lo que realizáis hoy. Ese fue el único
sentido de la Historia: vuestra resurrección que pone fin al sueño de este
mundo que no tiene ningún peso frente a la majestad del Amor. Te amo, te amé y
te amaré más allá de todo tiempo.
Mi amigo, mi hermano, reúnete conmigo a fin de reunirme.
No te dejo. Incluso si mis palabras se alejan, ellas quedan en ti. Fuente
de Vida eterna, promesa de Eternidad.
...
Silencio...
Hasta siempre.
...
Silencio...
Gracia.
MIKAËL
Soy Mikaël, Príncipe y Regente
de las Milicias Celestes. Bienamados hijos de la ley del Uno, que las
bendiciones del Fuego Ígneo estén sobre vosotros.
…Silencio…
Vengo a expresarme de nuevo en
este día para precisar lo que acontece en el cuerpo planetario así como en vuestro
cuerpo efímero. Desde hace muchas semanas, el cielo ha sido surcado y si levantarais
los ojos podríais verlo, los meteoritos, los asteroides han finalizado la obra
de liberación y de perforación de la última capa aislante permitiendo que a
partir de ahora, en este preciso instante, que sea vuestro cuerpo efímero como
este cuerpo planetario que nombráis Tierra, no pueda presentar ninguna
oposición a la instalación definitiva de la Luz y a su aparición ante vuestros
ojos de carne, a vuestra conciencia como en la intimidad de vuestro cuerpo
físico.
Mi acción, así como las
diversas radiaciones que conocéis desde las Bodas Celestes, llegan ahora a su
apogeo, permitiendo, por la Inteligencia de la Luz y su instinto, de traeros la
prueba irrefutable de vuestra eternidad. Lo que acontece en cada uno de vosotros,
como sobre el cuerpo planetario, no deja ninguna duda sobre el proceso en curso
de cambio dimensional que nombráis Ascensión. Este proceso, inicializado hace muchos
meses, se encuentra hoy en un acmé y en un espacio de resolución de los últimos
antagonismos pudiendo presentarse a través de vuestra conciencia, como a través
de los Elementos de la Tierra, con el fin de permitir, lo repito, la liquidación
de las últimas ilusiones en vuestro cuerpo como en el conjunto de la esfera
planetaria.
Nadie puede ignorar, incluso
estando en la negación más absoluta o en la ceguera más profunda, lo que acontece
en la conciencia y en los cuerpos. El mecanismo ascensional, por medio de
vuestro vehículo ascensional, está como bien sabéis en fase de encendido y de
concretización en el plan más visible de la conciencia, como en cada cuerpo.
Tal y como os lo ha
especificado Cristo y María, os incumbe averiguar en cada minuto de vuestra
presencia en la tierra, la densidad, el peso, y la eficacia de la Paz. El
emplazamiento de cada conciencia humana en esta tierra ya no puede ignorar más
la llamada de la Luz, sean cuales sean las manifestaciones corporales o sociales.
La Paz sólo pide manifestarse. Es en cierto modo el primer testigo de la
materialización de la Luz, hasta vuestros sentidos físicos. Todo lo que os será
posible observar, constatar, en vosotros, en cada cuerpo humano como en el conjunto
de la tierra, sólo refleja, detrás de los últimos velos de la Ilusión, la
verdad del Amor y la verdad de la Luz.
En cada uno de vosotros ya no
existe ningún espacio donde poder esconderse, ya no existe ningún lugar en
vuestro cuerpo como en esta tierra que pueda resguardaros del aflujo de la
Verdad. Únicamente aquel que, con su conciencia o a través de alguna
organización social, buscase ahogar esta Luz, se vería sacudido de manera mucho
más intensa de lo que fue hasta ahora.
Habiendo tocado tierra en el
seno de mis representaciones físicas que son los meteoritos, antes de la
llegada de los primeros asteroides y de la última señal celeste, os es
ofrecido, por el Amor de la Vida y el Amor de la Eternidad misma, la
oportunidad de abrir en vuestra conciencia un espacio de resolución, un espacio
de Paz, un espacio de cesación de cualquier lucha y de cualquier oposición a lo
que ahora está establecido.
La fase de manifestación
tangible de la Luz, ilustrada por todas estas primicias vividas, que sea en el
seno de la naturaleza, en el seno de vuestras experiencias durante estos
últimos años pasados a nivel terrestre, sólo fueron en cierto modo la antecámara
de la plena manifestación.
Os lo dije, el conjunto de los
velos está ahora completamente disuelto. Los restos de vuestro cuerpo causal,
es decir lo que nombráis el cuerpo kármico, también se evacúan. Que tengáis de
ello unas visiones, que no tengáis ninguna percepción, el aligeramiento de los
pesos del pasado, el alivio y la disolución de toda resistencia, dondequiera
que esté situada en vosotros como cuerpo humano o en el seno de cualquier
cuerpo social, se ve ahora al desnudo y en la luz.
Nada de lo que concierne la
verdad de la Luz, la verdad de la conciencia, puede seguir oculto en ninguna
parte. La oscuridad o las fuerzas opuestas, por desconocimiento de la Luz, por
miedo, van a ver, durante estos períodos que se abren ahora, un espacio de
resolución de este antagonismo, para ellos también, que se trate de personas o
de organizaciones. La libertad de esta Luz y de este Amor no podrá dejar lugar
a ninguna duda, y esto muy pronto, sobre la verdad de los mundos invisibles,
sobre la verdad de la vida en la superficie de este mundo, sobre la verdad de
las falsificaciones aplicadas a todos los niveles de la organización social.
Es en cierto modo vuestro
deber de Amor, dejar ser lo que entra en manifestación tangible, sea cual sea
su naturaleza. La manifestación consecutiva a este acontecimiento no debe llevaros
a otra parte que allí donde estáis, en vuestro corazón. Sean cuales sean los
espacios de disolución de esta dimensión que se abre en vuestra conciencia, en vuestro
cuerpo como en el conjunto de las organizaciones sociales, sea cual sea su
naturaleza en la tierra, no podrá más, de manera extremadamente rápida en términos
terrestres, mantenerse, si está en oposición frontal, en total resistencia si
puedo decirlo así, con la Luz.
No os alarméis por los eventuales
fuegos manifestándose en vuestra conciencia, en vuestra persona o en los sistemas
de organizaciones sociales. Ellos también tienen, sea cual sea la exuberancia
de las manifestaciones, sean cuales sean las revelaciones, sean cuales sean los
derrumbes, una necesidad imperiosa para la Luz como para vosotros. Todo lo que
debe desaparecer, desaparecerá, todo lo que debe permanecer, permanecerá, vuestra
eternidad.
El espacio de resolución, a
veces violento para la persona como para las organizaciones, debe acompañarse, que
esto os concierna directamente o no, por el nacimiento de esta Paz. Lo que
quiere decir que a medida en que una manifestación dolorosa de disolución se
produzca, en vosotros como en cualquier organización, estaréis asombrados de
constatar que vuestra paz, no sólo no desaparece sino que al contrario crece con
cada acontecimiento ocurriendo cerca de vosotros, lejos de vosotros, o en la
totalidad del planeta. No se trata de ningún gozo por la disolución o la
destrucción sino que es gracias a esta disolución o a esta destrucción, y una
vez más, que esto concierna vuestro cuerpo, vuestra conciencia, la Tierra o las
organizaciones sociales, no cambia nada.
Los conflictos aparentes pudiendo
manifestarse a vosotros a través de vuestro cuerpo, de vuestra conciencia, de
vuestras relaciones o en la totalidad del planeta, no deben provocar nada, y
será el caso en cuanto aceptéis ver, en cuanto no apartéis la vista de lo que
os presenta vuestra conciencia. Os permitirá, sea cual sea la intensidad o la
violencia de cualquier choque, de entrar directamente y más fácilmente en la
Paz.
Entonces, no entréis en
reacción frente a la enfermedad que sea, entonces no entréis en reacción frente
a la interacción que sea entre los hermanos y las hermanas de la tierra, no
entréis en reacción frente al despliegue total esta vez, de los Jinetes o si preferís,
de los Elementos. La finalidad sólo puede ser la Verdad y la Eternidad. No hay,
y lo repito con firmeza, ninguna otra alternativa.
Pues ha llegado el momento,
para lo que queda de oposición y de elementos que confrontación, de desaparecer
ante el Amor que sois y esto, lo más rápidamente posible en términos de tiempo.
Cuanto más vuestra rendición como persona, o resistencia a la Luz, sean cuales
sean las experiencias vividas, sea corta e intensa, más descubriréis con facilidad
y sencillez las virtudes de la Paz, el poder de sublimación del Fuego Ígneo y
de la transubstanciación.
En este espacio, no hay lugar
para ningún elemento memorial, no hay lugar para ninguna costumbre, no hay lugar
para el mantenimiento de ninguna ilusión, de ningún pretexto o de ninguna huida
de la Verdad.
Vuestra capacidad a permanecer
tranquilos durante esos momentos, que sea con respecto a vuestro cuerpo, como a
vuestra conciencia, que al aspecto social, conjuntamente a la manifestación del
problema que sea en relación a la persona, no tiene el poder de limitar la
instalación de la Paz. Acordaos que la palabra clave es: no tenéis que hacer
nada. Todo se hace más allá de cualquier voluntad de la persona, como de la
Tierra, como de las organizaciones sociales, sea cual sea el área.
Esta finalización que empieza
os pondrá efectivamente ante una Paz que todavía podríais calificar hoy, en el
seno de la persona, como aberrante. Para nada, porque en ese momento empezaréis
a percibir, si no se ha hecho ya, lo que está detrás de la escena que se juega.
No veréis las incidencias ligadas a las personas o a las organizaciones pudiendo
resistir y gritar ante los acontecimientos, no participaréis, aunque quisieseis,
a nada contrario a la Luz. Así es como vuestra libertad es respetada, la de la
Luz que es lo que sois.
A partir de ahí, si lográis permanecer
tranquilos pase lo que pase, e incluso antes de la Llamada de María, experimentaréis
y viviréis una intensidad de Amor, de Paz y de Libertad sin igual. La aberración
pudiendo apareceros como tal, que sea para un hermano o una hermana o para
vosotros mismos, cerrados o abiertos al nivel de la vibración, será la
evidencia de que esta disolución es un acto de Amor y un acto de Libertad.
Habéis obrado para esto desde
hace mucho tiempo, y hasta diría, para algunos de vosotros, desde vuestra
llegada a este mundo, listos solamente para este instante, fuesen cuales fuesen
las vidas de vuestras personas hasta ahora, fuesen cuales fuesen vuestros obstáculos
todavía presentes hoy.
El «permanecer tranquilo», el «no
hacer nada» y la acogida, el «velad y rezad», la lucidez, en palabras humanas
hablaría de tolerancia y de fraternidad, de humanidad, deben ser totales.
Las contingencias sociales,
las contingencias afectivas, las contingencias organizacionales, las
contingencias, lo habéis entendido, sean cuales sean, ligadas tanto a las
costumbres como a las normas de vuestro mundo, estéis donde estéis y según vuestra
cultura, ya no tienen validez.
El corazón es Evidencia, sobre
todo cuando la manifestación se vuelve palpable, y allí no hablo de energía, de
vibraciones, sino de la mismísima materia. La de vuestro cuerpo como de todo lo
que era invisible y que sin embargo eran los elementos que actuaban en el seno
de la oscuridad, la vuestra como la de cualquier hermano y hermana encarnado,
como la de las organizaciones en el nivel que sea, con el fin de mantener la ignorancia
y el encierro.
Acordaos, cuanto más
permanecéis tranquilos, cuanto más encontráis unos espacios de silencio, de
interioridad, de alineación, de vigilia, de oración, de lucidez, llamadlo como
queráis, más estaréis aptos, si puedo decirlo así, a vivir la Paz, la beatitud,
sin siquiera haber pasado por los estados víbrales que muchos de vosotros
habéis vivido. Pues evidentemente es una forma de paradoja o de aberración que
os desacoplará de manera definitiva de lo que puede quedar en el seno de vuestras
envolturas efímeras, de cuerpo astral y de cuerpo mental y de cuerpo causal. Pues
estáis desnudos en la verdad del Amor, pase lo que pase sobre el campo de
vuestra conciencia o dentro de vuestro cuerpo.
Es en esta Paz que encontraréis
a partir de ahora la solución, y ya no en algún "hacer", y ya no en
la comprensión de lo que sea. La espontaneidad, la evidencia de la Luz, debe ser
para cada uno de vosotros la única evidencia palpable y reconocible entre
todas, porque proporciona una paz que nada puede alterar.
Podréis estar sorprendidos de
no reaccionar como una persona, podréis estar sorprendidos de estar libres de
toda interpretación, de toda proyección como de toda explicación. Ahí está la
verdadera Libertad, cuando la materia es iluminada. La iluminación de la
materia es mucho más de lo que hasta ahora ha pasado, es decir la acumulación
de las partículas adamantinas, sino más bien el conjunto de la radiación
Ultravioleta, de la Fuente, de Sirius, que ahora se desvela, ya no solamente
por vuestros pies como fue el caso con la Onda de Vida, para la totalidad de
vuestros sentidos, la totalidad de vuestras vidas y la totalidad de la
organización social.
De hecho lo sabéis, nadie
conoce la fecha. Así este proceso puede ser anterior y empieza hoy, acompañado
o precedido de la Llamada de María y de los sonidos del cielo y de la Tierra.
Estos sonidos del cielo y de la Tierra, para aquellos de vosotros que oís estos
sonidos, veis y percibís una modificación sin igual de estos sonidos. Esta
modificación de los sonidos percibidos, esta modificación de las percepciones
de vuestro cuerpo y de vuestra propia conciencia, significa que el testigo o el
observador está ahí, que lo hayáis visto o no, permitiéndoos de situaros no al
margen, sino de situaros en vuestra eternidad, totalmente manifestada en el
seno del efímero.
Vuestro habla será un habla en
lenguas, expresaréis unas cosas que no pasan por la mente y que no han nacido
de la mente. Seréis la Verdad, expresaréis la Verdad, manifestaréis la Verdad
en totalidad, sin depender de nadie y reconocibles por todos.
A
medida que dejareis expresarse la Luz, la Verdad y el Amor por el Verbo, por la
emanación, por la comunicación, os probareis a vosotros mismos lo que no
necesita de prueba. Demostrareis a los que dudan, por vuestras palabras y vuestra
presencia, respetando la libertad de cada uno, de manifestar esta Luz con el
fin de que cada uno pueda verlo y vivirlo.
Seguid
vuestro camino, vuestra vida. Llevad a cabo lo que la Vida os ha asignado, lo
mejor que podáis. Comprobad, en caso de resistencia, la aparición de la Paz.
Interesaos por esta Paz, no para incautarla, ni para guardarla, sino para
atestiguarla en el silencio de vuestro corazón, de ver los efectos y de dejar
la Dicha sin objeto y sin asunto emerger a profusión, lo digo bien, hagáis lo
que hagáis en el seno de vuestras actividades.
En
los momentos en que esta Paz se vuelva más palpable para vosotros, no os olvidéis
de pausaros, no os olvidéis de rendir gracia, no os olvidéis de agradecéroslo, no os olvidéis de dar la Paz y quedar en silencio.
Nada os puede desviar ni alterar desde ahora
en adelante de lo que sois. Esto se va a volver cada vez más evidente, cada vez más
flagrante, y reconoceréis además la única verdad posible, una vez más
cualquiera que sea la naturaleza de los acontecimientos personales o colectivos
que tenéis que vivir.
No
olvidéis que, desde hoy, cualquiera que sea el acontecimiento de cualquier
orden y de cualquier naturaleza que sea, que la Paz acompaña estos
acontecimientos y que sólo hay, en el conjunto de los acontecimientos
posibles que os conciernen o que conciernan al colectivo de la Tierra, que lo
que se juega no es nada más que la realización material, si puedo decir,
de vuestra libertad y pues la Ascensión real y física de la Tierra.
Lo
repito, nadie puede conocer la fecha y la hora, pero sin embargo, como os lo dijo María, como os lo dijo Cristo, el conjunto de los signos dados por los profetas desde ahora en adelante están
presentes bajo vuestros ojos.
Yo
diría: dejad lo antiguo morir, dejad lo nuevo nacer y aparecer en totalidad. No tenéis ningún poder de decisión ante cualquier acontecimiento que se
produzca en vuestra vida y en vuestro mundo. De vuestra aceptación de eso se deriva también la calidad de vuestra Paz, de esta aceptación depende
también la intensidad de la materialización de la Luz también sobre la Tierra como en vuestro cuerpo de carne. Lo que quiere decir que en ese
momento lo entenderéis, porque lo viviréis, y pienso, si puedo pensar en eso, antes de la
Llamada de María que es, como lo sabéis, inminente, y cada día más
inminente. En esta inminencia, no veáis impaciencia, ni retraso, ni duda. Contentaos con medir la
aproximación de Hercóbulus y de la Llamada de María, según la cantidad de paz que vivís, pero también paradójicamente según la intensidad
de los sufrimientos ilusorios que pueden afectar vuestro cuerpo o vuestra conciencia. Uno como el otro sólo
tienen una finalidad, que es el desarrollo de todo lo que os ha sido anunciado por los
innumerables profetas de la tierra y eso, en todas las tradiciones, en todas
las culturas.
Así
como lo veis alrededor vuestro, algunos hermanos y hermanas en
humanidad no viven este despertar. La Paz consecutiva a todo acontecimiento
personal o colectivo que aparecerá al mismo tiempo será el aguijón, si puedo
decir, de que la Verdad está en encarnación. La Resurrección está
en curso. No es una palabra vana, no es una idea, no es una referencia
histórica, porque es así como viviréis esto. Renacéis en la eternidad, donde nunca habéis desaparecido.
Todo
esto se celebra ahora. La duración de este proceso sólo puede ser de unas horas como durar hasta finales
del mes de mayo. Es en ese período en el que no hay fecha definida y que todo debe ser cumplido, de un
modo u otro, en la Paz o sin Paz. Pero la finalidad es efectivamente
la Paz más total y la evidencia de vuestra eternidad que será, como dije, palpable, y no solamente en el Corazón del Corazón, en unos estados o en unas experiencias.
Así
como sabéis y como esto ha sido anunciado durante la totalidad del
Cónclave Arcangélico, en esta fase de basculación, de actualización, de
materialización de la Eternidad, la vibración y la presencia del Cristo, de María, de mí mismo, y de aquel que facilita el acceso a esta Paz que se instala por sí misma, es decir el Arcángel Uriel, tienen un papel preponderante y mayor. No veáis en esto ni mi forma arcangélica, ni
mis representaciones itifálicas, ni incluso los meteoritos. Recordad que ya estamos en vosotros, de toda eternidad, es eso lo que va a aparecer.
Podéis por supuesto apoyaros, ya que estamos en vosotros más allá incluso de toda percepción que podáis tener, o sentir, la posibilidad, como ha sido especificado,
de pensar en María como consoladora, de pensar en Cristo como hermano de Luz y
hermano de Fuego y de pensar en mi vibración cuando os parece tener dificultades en dejar cortar lo que deba serlo, y finalmente podéis llamar la vibración del Arcángel Uriel, con el fin de que la Paz de la Morada
Suprema, la Paz de la Presencia Infinita esté presente en todo rincón de lo que quede de vuestra persona y de vuestra vida sobre esta tierra.
Recordad también que se celebre lo que se celebre actualmente, a cualquier nivel que sea, y que os parece plantear un problema, sólo es un espacio de resolución en cuanto a la conclusión de la manifestación tangible de la
Luz y de la Eternidad.
He
aquí las palabras que os tenía que entregar. Os digo sólo que estéis en paz, que estéis en alegría pues todo se cumple en la manifestación y en la
materia.
Soy
Mikaël Arcángel. Que la Paz, el Amor, la Verdad y la Luz sean vuestra morada. Así sea.
...Silencio...
Soy
Mikaël, Príncipe y Regente de las Milicias Celestes y estoy con vosotros.
...Silencio...
En
el Fuego Ígneo y en la Verdad, honro vuestra Presencia.
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