Crónicas de los Melchizedech.
El masculino sagrado
La Autocuración
Hermanos y hermanas de Luz, en primer lugar,
acojamos juntos a Cristo, en la Paz del Corazón.
…Silencio…
Como necesitáis un nombre, soy Silo. Permitidme
deciros que en lo relativo a lo que soy y lo que fui en la Tierra, mi última
encarnación se remonta a varios cientos de años. Durante mi vida, creé una
orden religiosa. Toda organización, como sabéis, está consagrada a la
depredación, y mi orden no escapó a eso, aunque estaba dedicada a Cristo. Sabed
simplemente que soy un Melchizedech de Tierra que participó, durante más de
cincuenta años, muy cerca de ciertos medios para trabajar en la restauración de
la Luz y de Cristo.
A partir de ahora, podéis acudir a mí, evocarme y
llamarme en el silencio de vuestro Corazón. Vendré entonces para actualizar en
vosotros un principio de Autocuración y os haré ver, en vosotros mismos, el
efecto de la Inteligencia de la Luz sobre vuestro cuerpo, así como sobre aquello
que quede en vosotros de resistencias, de sombra o de cuestionamientos
relativos a la verdad de la Luz. Para todos aquellos que, a pesar de las
vibraciones, a pesar de las percepciones, a pesar de las transformaciones, no
os parece haber llegado, recordad que nunca os habéis ido. Así que, yo estaré
aquí, realmente, no para curaros sino para ser el canal y el intercesor entre
vuestra conciencia y lo que llamaría, el Espíritu del Sol o la Conciencia de la
Inteligencia de la luz.
Para eso, no teníais ninguna necesidad de conocer
mi identidad pasada sino solamente trazar sobre vuestro corazón, con vuestro
dedo pulgar derecho o izquierdo, tres líneas verticales que vayan desde la
parte superior a la parte inferior de vuestro pecho sin desbordaros hasta el
vientre. Primero en la derecha, luego en el centro partiendo del noveno cuerpo
hasta el octavo cuerpo y finalmente en la izquierda, pasando al lado de la
Puerta Unidad y junto al chakra del Corazón.
Esta llave vibral, porque es una, facilitará en vosotros,
si es el momento, el acceso al corazón del Corazón, a la autocuración, a la
plena manifestación del masculino sagrado. Al haber llegado ahora, el tiempo
que ya está cumplido, es hora de ayudaros a vosotros mismos para ayudar a los
demás. No haré uso de tantas palabras como otros Melchizedech. Simplemente
aquí, como el que me escuche o me lea, podréis realizar ahora el gesto que he venido
a desvelaros para hacerlo a solas o aquí todos juntos, para la apertura de lo
que os propongo.
Esto es muy simple: utilicéis la mano que utilicéis,
primero a la derecha, luego entre el noveno y el octavo cuerpo y finalmente a
la izquierda, sin desbordaros hasta el vientre. Así, señalando la nueva
Tri-Unidad, entra en manifestación vuestro corazón. Trazad este gesto sobre
vosotros sin pedir nada y situémonos todos juntos…
…Silencio…
Así, el Agua de Vida o el Agua de arriba, así como
el Fuego Ígneo, os parecerá manifestarse en vuestro pecho y en manifestación.
No hay que pedir nada más, solo estar recogido para acoger.
No tendré otras palabras porque esto supera las
palabras, las explicaciones o los comentarios. Sólo el silencio de las palabras
os conducirá a eso, a solas…
…Silencio…
Para vivir la recepción incondicional de la Gracia.
…Silencio…
Ya sea ahora, ya sea habiéndome leído o escuchado,
me retiro ahora, pidiéndoos simplemente que permanezcáis así, un espacio de
tiempo muy breve pero lúcido y espontáneo.
…Silencio…
Soy Silo. Saludo, en vosotros, el Cristo, el
hermano humano, la Luz eterna.
…Silencio…
Adiós.